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Los desafíos del Sector Defensa colombiano.

Este Ministerio no solo es Fuerzas Armadas. Se trata de uno de los grupos económicos más grandes del país y una de las estructuras más robustas en materia de recursos. ¿Cómo funciona y cuál será su estrategia en un eventual escenario de posconflicto?

El sector de Defensa enfrenta el desafío más grande de su historia. El anuncio del presidente Juan Manuel Santos de iniciar en la mesa de negociación de La Habana entre el Gobierno y las Farc la discusión sobre el punto del cese de fuego y hostilidades bilateral y definitivo, coloca al Ministerio de este sector ante la posibilidad de un escenario que no se había visto en más de 50 años: la terminación del conflicto armado.

Por eso, una de las grandes preguntas en esta nueva etapa está relacionada con el futuro de las Fuerzas Armadas y el papel del Ministerio de la Defensa en un escenario de posconflicto

Sin embargo, así como los diálogos de paz se adelantan y entrarían en su etapa definitiva, la Fuerza Pública no se ha quedado atrás: su proceso de modernización está más avanzado de lo que se cree. En este campo ya están sembradas las semillas para la construcción de unas Fuerzas Armadas modernas, buscando alternativas innovadoras para relacionarse con la sociedad y servir a los intereses del país en ese nuevo contexto.

El proceso de paz no es un reto menor para la que puede ser considerada una de las empresas más grandes de Colombia. Y es que este aspecto gerencial y práctico a veces se pierde de vista. “Cuando nos referimos al Ministerio de Defensa de Colombia estamos hablando tal vez de una de las empresas más grandes del país y de la región, y la más grande empleadora de Colombia: medio millón de personas –militares, policías y civiles–, un presupuesto del orden de $28 billones, un sector que tiene 19 empresas concentradas en el Grupo Empresarial y Social de la Defensa –GSED–, con ingresos por $7 billones, obviamente un porcentaje importante en temas pensionales, pero que generó a finales de 2014 utilidades superiores a los $180.000 millones. Además, cuenta con la que puede ser la EPS más grande del país, con cerca de 1,4 millones de usuarios”, asegura el ministro de Defensa, Juan Carlos Pinzón.

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En los últimos lustros, el Ministerio de Defensa ha logrado los mejores resultados en materia de operaciones y, aunque se ha hablado de un posible crecimiento de la economía de 1 punto porcentual adicional en un escenario de paz, distintos analistas consideran que el crecimiento no será tan alto, dado que el país ya se ha beneficiado de la política de seguridad de los recientes gobiernos. Por ejemplo, Merryll Linch asegura que sería un poco menor a un tercio de esta cifra.

Una visión gerencial.

El conflicto ha llevado a Colombia a destinar 3,4% del PIB al gasto en defensa y seguridad, uno de los porcentajes más altos de participación en el presupuesto nacional. Sin embargo, en el contexto internacional es menor a otros países: el gasto militar es de 1,8% del PIB (por debajo de países como Chile que es de 1,9%) y el gasto en policía es de 1,6.

A pesar del volumen de recursos, como este gasto incluye pensiones y pago al personal, la mayor parte del gasto del Ministerio de Defensa no es flexible: salarios, salud, pensiones y gastos asociados a la operación representan casi 95%. Lo único que podría ajustarse es la inversión, que es tan solo de 5%. Y mucha de ella es compra de material, gastos recurrentes y mantenimiento.

Así las cosas, no hay un margen de maniobra amplio para pensar en reducción de recursos, más aún en medio de una política de austeridad; y, por el contrario, el mensaje es el de fortalecerlos. “El país tiene que asegurarse que tener unas Fuerzas Armadas fortalecidas y creíbles es un activo que debe preservar para mantener la paz, la seguridad y su influencia regional”, asegura el ministro Pinzón.

Además, como lo afirma el experto Héctor Villalobos, exnegociador de paz del FMLN en el Salvador, cuando se firme el proceso de paz se debe aumentar la presencia de la fuerza pública en lugar de reducirla, ya que generalmente una parte significativa de los excombatientes termina involucrada en actividades ilícitas, exacerbando los problemas de violencia al interior del país.

¿Cómo hacer más con la poca flexibilidad de recursos que tiene? Como cualquier empresa, el reto es hacer más eficiente la operación y lograr economías de escala para alcanzar mejores indicadores de gestión. Es necesario hacer unos esfuerzos con visión de mediano plazo con el objetivo de tener un plan de eficiencia en el gasto y hacer sostenibles las capacidades de las Fuerzas Armadas.

En ese sentido, la estructura gerencial y administrativa del Ministerio de Defensa viene también en un proceso de modernización, ajuste y crecimiento. Las empresas del GSED registran ingresos que rondaron el año pasado los $7 billones –cerca de 65% corresponden a aportes de la Nación–, utilidades por más de $180.000 millones y exportaciones cercanas a los $30.000 millones.

El GSED tiene empresas que están creciendo y otras, incluso recién nacidas, con valiosos aportes en términos de desarrollo tecnológico y fortalecimiento de la ingeniería local. Varios botones para la muestra.

INDUMIL está en el proceso de puesta a punto de la línea de producción de la pistola Córdova 9 mm y la escopeta de repetición. También avanza en la modernización de la línea de producción de explosivos y evalúa la posibilidad de construir una planta de nitrato de amonio y urea para reducir costos de producción y entrar en nuevos mercados

Por su parte, la CIAC está fabricando el avión de entrenamiento T-90, el primer avión hecho de materiales compuestos fabricado en Colombia. Se han construido 25 aviones y se espera para este año entregar el prototipo 26 para iniciar su comercialización.

A su vez, la Armada recibió el año pasado tres nuevos buques patrulleros diseñados por Cotecmar. Dos de ellos fueron construidos por STX Offshore & Shipbuilding en Corea del Sur –en un acuerdo de transferencia tecnológica entre ese país y el Ministerio de Defensa Nacional– y el tercero en Colombia. También fabricó el primer buque de desembarco anfibio y dos buques mayores de más de 2.000 toneladas

Codaltec –la más reciente apuesta del sector– es una start up que opera en el Meta y nació en la destinación de las regalías a proyectos de ciencia e innovación. En apenas un par de años de creación ya ha entregado cuatro simuladores, entre los que se destaca uno para vehículos blindados 4X4 –el primero de este tipo que se desarrolla en el mundo–, otro para aeronaves Caravan, y uno más para aeronaves piloteadas remotamente

A ellas se suman las operaciones de la Agencia Logística; de los hoteles en Bogotá, Buenaventura, Bocagrande y Santa Marta; del Hospital Militar; de la Defensa Civil; de Satena y de la Universidad Militar, entre otras.

Pero, además de las empresas, el Ministerio de Defensa ha pasado de ser un recipiente de ayuda y entrenamiento militar a convertirse en proveedor de dichos servicios. Por ejemplo, en los últimos cinco años ha entrenado 18.000 militares y policías de 63 países y en Colombia ha realizado obras a cargo de los ingenieros militares por $260.000 millones

Otro tema vital es el plan de educación, en el que con Colfuturo tiene 60 oficiales de las fuerzas y la policía regados por el mundo capacitándose en áreas desde ingeniería naval y ciencia política, hasta relaciones internacionales.

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Y en términos de planeación, el Ministerio de Defensa está en la frontera del sector público en lo que tiene que ver con gasto. Bajo la dirección de la viceministra Diana Quintero se ha podido efectuar un costeo por unidad a lo largo de la vida útil de los activos. Por ejemplo, en promedio la adquisición de un helicóptero cuesta 30% de su valor total mientras que el costo de mantenimiento llega a representar 70%.

La transición.

Clausewitz, quizás el mayor teórico militar, decía que la guerra era la extensión de la política por otros medios y, en el caso de Colombia, el proyecto del actual mandatario de los colombianos está enfocado en lograr un acuerdo de paz con la insurgencia. En ese orden de ideas, es apenas normal que la fuerza pública esté subordinada a los acuerdos políticos que se firmen. Sin embargo, el papel y los retos que enfrentarán las Fuerzas Armadas como fruto de la negociación con las Farc no representarán solo un cambio institucional, también una transformación empresarial.

Ante el evento de que el proceso de paz se cristalice y se dé una desmovilización, el Ministerio de Defensa creó un Comando Estratégico de Transición –CET– y en la actualidad está hablando con los principales expertos en el mundo sobre estos temas para desarrollar los programas para adecuarse a ese momento.

Hoy el Comando –en el que están vinculados más de 45 oficiales de primer nivel– está planificando las distintas etapas de la transición que se puedan dar: o una permanente o un proceso donde se van desescalando ciertos aspectos, pero en el que hay que garantizar, de todas formas, la seguridad de los colombianos.

Al mismo tiempo se visualizan temas de las instituciones militares y de policía, como son los de memoria histórica y justicia transicional para miembros de las Fuerzas Armadas, pero sin dejar de enfrentar en la transición realidades que hoy vive el país: la extorsión, el contrabando, la minería ilegal y el narcotráfico, que afectan los negocios y la vida empresarial. “Es necesario enfocarnos en estos delitos en el presente y como parte de la transición para poderlos enfrentar. Una vez no estén los grupos armados, es un tema estratégico para el país”, afirma el Ministro.

En temas administrativos, el Ministerio contrató a la consultora McKinsey para que haga un trabajo de eficiencia del gasto, parecido al que realizaron en el Reino Unido, en Israel y en Estados Unidos para ser más eficientes en el futuro y hacer los ajustes adecuados bajo un lema: cortar la grasa pero no el músculo. Y, por el lado de la salud, Ernst & Young (E&Y) también fue contratada para evaluar reformas que se puedan hacer en el futuro

Otro de los temas importantes es el diseño de lo que se ha denominado la política de base industrial de defensa en asocio con el sector privado. Hace unos años solo se hablaba de pocas empresas: Indumil, Cotecmar, CIAC y la Agencia Logística. Hoy hay varias empresas en distintas ciudades en Bogotá, Medellín, Cali, Barranquilla, que han venido avanzando. En la cuarta Expodefensa había unas 200 empresas de las cuales 130 eran colombianas y varias ya de industria, no solo proveedoras de servicios, sino también de partes y de equipos. La idea es jalonar la presencia del sector privado para que se pueda aliar con las empresas públicas y para que sean proveedoras sostenibles, pero de producción nacional.

En el sector, la tendencia mundial en la industria de defensa apunta a un mayor protagonismo de los privados y eso les ha permitido a esos países progresar, mejorar, lograr importantes inversiones de capital, traer la última tecnología y estar en el mercado de los grandes. Existen muchos ejemplos. Israel creó una industria de defensa solo para subsistir y con el paso del tiempo la fue privatizando. Hoy no lo es totalmente pero las capacidades más sofisticadas las hacen empresas privadas con contratos de gobierno. En Brasil, Embraer era una CIAC hace 30 años y hoy es la primera empresa de aviones regionales en el mundo, privada, con una pequeña participación que le queda al gobierno y con un negocio con la IFC, que capitalizó la firma con una garantía del gobierno de Brasil.

El otro ejemplo es Suráfrica. Hoy existe una cantidad de pequeñas empresas privadas que nacieron del clúster público que existió allí. Estados Unidos es el caso extremo, ninguna empresa es pública, de las de capacidad militar, y todas viven de contratos con el gobierno

Ya en Colombia el esquema de Alianzas Público-Privadas viene desarrollándose en los proyectos de ciencia y tecnología. Por ejemplo, la producción de UAV, que hace la CIAC, hay un socio externo, y Codaltec es un exitoso modelo de relación Universidad-Empresa-Estado.

Con respecto a Satena, la idea es mantenerla y buscar un socio estratégico. Con el BID, el Ministerio está construyendo una política de Estado en el transporte aéreo. Satena se dedicaría únicamente a las rutas sociales y no competiría con las aerolíneas comerciales. Es la primera vez que el sector defensa logra acceder a una multilateral

En términos de gobierno corporativo, el Banco Mundial está asesorando a todas las empresas del Ministerio, en este tema vital en el futuro para acceder a socios estratégicos o ideas financieras innovadoras. Precisamente, una de las exigencias de la Ocde es que las juntas deben estar compuestas por particulares expertos.

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Las Fuerzas Armadas y la Paz.

A pesar de todos los avances antes descritos, la eventual firma de un proceso de paz con las Farc ha llenado a la Fuerza Pública, y más particularmente a las Fuerzas Militares, de un sentimiento de zozobra e incertidumbre. En numerosas ocasiones la izquierda y las mismas Farc han afirmado que a las Fuerzas Armadas hay que reestructurarlas y cambiar su doctrina. Para una institución que lleva más de cincuenta años involucrada en un conflicto interno, estás afirmaciones amenazan su existencia.

¿Cómo planear una eventual etapa de posconflicto? Garantizando hoy, para el futuro, un esquema que le permita fortalecer su core business –la seguridad–, y también generando posibilidades de desarrollo.

Es más, como lo aseguran algunos expertos, luego de la firma de un proceso de paz, las Fuerzas Militares deben salir fortalecidas en vez de reducidas. Incluso, ya se visualizan temas claves en el escenario de posconflicto. Uno, por ejemplo, que 1,6% del PIB que representa el gasto de Policía debe aumentar para acercarse a estándares internacionales.

El caso de las Fuerzas Militares es más complejo. Para que el proceso de paz funcione, es fundamental su compromiso con él. Si a los militares no se les logra vender una visión de cómo operarían y se modernizarían las Fuerzas Armadas, el proceso está condenado al fracaso. Como lo afirmó el mariscal francés Ferdinand Foch, al advertir que la Paz de Versalles firmada en 1919 y que terminó la Primera Guerra Mundial, fue solo un armisticio de 20 años: “la paz es demasiado importante para ser dejada a los civiles”. Una afirmación que recogía experiencias históricas como la del final de la Guerra Civil de los Estados Unidos, cuando, después de firmada la paz de Appottamox y tras el asesinato de Lincoln, fueron los generales Sherman y Grant los que obligaron al nuevo presidente Johnson a respetar los acuerdos. Hablar del futuro de las Fuerzas Armadas en el posconflicto es complejo, pues sobre ellas recaerá el respeto del acuerdo.

De reestructurar a rebalancear.

La construcción de una visión de las Fuerzas en un escenario de paz es clave no solo para consolidar el proceso sino también para capitalizar el conocimiento de más de cinco décadas de conflicto. Por este motivo, es fundamental redireccionar el gasto militar o, como se dice en el argot técnico, rebalancearlo. Lo que no es deseable es que se quiera desmantelar el Ejército.

El Ministerio adelanta el denominado Plan de Modernización y Transformación. Para estos efectos, el Ministerio creó una junta en la que participan expertos internacionales y locales que dan línea y permiten garantizar unas Fuerzas Armadas fuertes.

Un ejemplo de hoy con visión de futuro es el fortalecimiento de los ingenieros militares. Ya se creó el comando de ingenieros para coordinar a los 38 batallones de ingenieros que existen por todo el país y que ejecutan más de 200 obras en los sitios más difíciles y apartados, tales como Roncesvalles, en la entrada superior al Cañón de las Hermosas o en La Uribe, en el Meta. Como lo afirmó un alto oficial a esta publicación: “las brigadas móviles se van, pero el pavimento queda”.

De otro lado, el papel y conocimiento de las Fuerzas Armadas puede ser capitalizado en el exterior, donde Colombia ya tiene firmados varios convenios, como los que ha desarrollado con la Unión Europea y la Otán. De hecho, el ministro Pinzón, luego de Davos, viajará a Nueva York para firmar un acuerdo con Naciones Unidas.

La transformación de la Fuerza Pública también necesitará de un cambio en la relación entre medios humanos y tecnología. Hasta ahora, Colombia ha apostado por un modelo basado en el uso de masa humana y algunos elementos tecnológicos. Algo que es muy común en las estrategias de contrainsurgencia. Pero de cara al futuro, lo lógico sería evolucionar hacia un modelo más basado en la tecnología y progresivamente más reducido en términos de personal.

Otro tema para discutir es el modelo de reclutamiento; es decir, si se va hacia una fuerza completamente profesional o un modelo mixto de profesionales y conscriptos. Las Fuerzas Militares están evolucionando hacia fuerzas completamente profesionalizadas, que son más efectivas, y cuyo empleo resulta menos costoso políticamente. Sin embargo, también vale la pena considerar los argumentos de los defensores de la conscripción que consideran que es un modelo económicamente más barato y que fortalece la cohesión nacional.

En los temas de colaboración con el sector privado, todavía hay mucho por hacer. Por ejemplo, todo el tema de modernización de infraestructura. La manera de hacerlo va a ser con alianzas público-privadas donde se maximice el valor de la tierra que hoy posee el Ministerio de Defensa y busque socios estratégicos que quieran hacer desarrollos de construcción. Siempre se habla de la Base Naval de Cartagena, el CAN, el Centro Internacional, El Pedregal –al lado de la escuela de infantería– como desarrollos que se podrán ver –algunos de ellos– este año, y son el inicio de unas nuevas formas de relacionamiento de las Fuerzas Armadas y el sector privado.

La modernización de las Fuerzas Armadas, aunada a la consolidación de su base empresarial, debe servir para producir una Fuerza Pública más capacitada, más eficiente y más sólida. La eventual consolidación del proceso de paz con la guerrilla de las Farc obligará a las Fuerzas Armadas a buscar nuevas formas de relacionarse con la comunidad, procurando llevar consigo seguridad y desarrollo. La importante modernización de la base empresarial del sector defensa servirá para producir Fuerzas Armadas más modernas y profesionales. La visión clara en ese sentido y comprendida e interiorizada por los miembros de la Fuerza Pública es indispensable para un final exitoso del proceso de paz..

Fuente: Revista Dinero

 

 

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